Del tingo al tango: a propósito del día del maestro

Por Darío Merino 



Quizás, una de las cosas que "callamos los docentes", y que sólo aquellos que comparten, compartieron, han compartido o compartirán los gajes de la profesión magisterial es lo relacionado a la manera en cómo las políticas educativas cambian, es decir, la aplicación de ciertos modelos educativos que, sin decir agua va, la SEP espera se obedezcan sin miramientos.


Me refiero al triste y doloroso recuerdo del ya extinto modelo educativo por competencias, impuesto en la presidencia de Felipe Calderón y sostenido a capa y espada hasta el período de Enrique Peña Nieto en el 2018.


Si usted fue o ha sido docente en aquellos años lo recordará muy bien, si usted a penas ingresó a las filas de la docencia o no está relacionado con el tema de la docencia, no se preocupe, se lo voy a explicar:


Empecemos por el principio, en los años noventa en México 

el modelo educativo se basó en la reforma de 1993 que buscaba promover la igualdad de oportunidades en todos los sectores sociales para conformar ciudadanos con habilidades básicas en español, matemáticas, ciencias sociales y artísticas con énfasis en tecnologías y lengua extranjera. 


Pero, en 2008 se aplicó la Reforma Integral a la Educación Media Superior la RIEMS, que implementó el concepto norteamericano de "competencia" y por eso este modelo educativo se le llamó "por competencias".


En aquel entonces muchos docentes de media superior no supieron a qué se refería el término, tampoco lo supieron sus autoridades educativas ni sus directivos (a excepción del CONALEP que siempre ha tenido dicho modelo).


¿Poner a competir a los alumnos? ¿Qué compitan contra sus compañeros? ¿Qué es exactamente el término competencia?


Nadie lo supo explicar pero la orden fue: que se aplique el modelo por competencias. Y así fue.


La confusión empeoró cuando se aplicó a la educación básica.

Muchos directivos y docentes entendieron que había que evaluar por competencias y no se diga más, evaluaron a sus alumnos con carreras de 100 metros planos, con carreras de relevos, con cronómetro en mano para ver quien terminaba más rápido el dictado, la plana, el examen o la maqueta. 


Tuvieron que pasar dos años para que en 2010 la SEP diseñará cursos, talleres, seminarios, programas de radio, televisión y conferencias para intentar definir el término "competencia" y dar a entender que lo que pretendía el modelo no era "echar a los alumnos a competir", si no hacerlos competentes en al menos tres áreas básicas formativas: conocimiento, habilidades y personalidad. Esto es: saber, saber hacer y saber ser.


¿Para qué? Resulta que este modelo educativo se puso a la órdenes de los intereses empresariales y del Fondo Monetario Internacional, es decir, si la educación no servía para formar empleados hábiles, conocedores y responsables, entonces la educación no vale la pena.


Por ejemplo, Claudio X. González y otros empresarios dijeron que a ellos no les interesaba un título universitario en sus trabajadores sino que estos fueran competentes en su ramo, que supieran hacer las cosas y las hicieran bien porque cientos de sus trabajadores ingresaban con título pero sin saber desempeñar su función, ¿por qué? Porque el docente era la raíz del problema.


Así fue cómo por presión de Estados Unidos, la ONU, Unión Europea y otros más, decidieron en México y América Latina evaluar al docente bajo dos términos: ¿es competente para enseñar o no lo es? 


Si lo es que siga laborando, si no, que se vaya. 

Fue así cuando un órgano creado en 2002 tomó las riendas de la evaluación educativa entre 2010 y 2018: el Instituto Nacional de la Evaluación Educativa (INEE), y para "sensibilizar" a la población de que el verdadero problema de México son sus docentes, Televisa, la fundación Mexicanos primero encabezada por Claudio X. González, y bajo la conducción de Carlos Loret de Mola hicieron la película documental en 2012 titulada "De panzazo" que pretendía afirmar con evidencias que los docentes no saben absolutamente nada y por eso era necesario hacer una purga en el magisterio. 


En aquel entonces, el miembro del Grupo Atlacomulco, y Secretario de Educación Púbica, Emilio Chuayffet Chemor, dijo: "Si el docente no quiere ser evaluado, entonces que se vaya".


¿En que consistía la evaluación? En valorar sus competencias docentes por medio de una prueba estandarizada. Si es competente sigue en el magisterio y es estimulado económicamente; si no lo es que se dedique a otra cosa. Sencillo.


Esto representó un duro golpe para profesores formados en la escuelas normales, ya que según las directrices del mundo empresarial era mucho mejor un docente profesionista que hubiera laborado en alguna empresa que uno que sólo tenía la técnica didáctica para enseñar. 


Marchas, protestas, plantones, así como una ola de jubilados del sector educativo a temprana edad fueron el pan de cada día entre 2012 y 2018.

Los medios de comunicación tiraban la nota: "los maestros no quieren ser evaluados", "el que nada debe, nada teme", "Mestros de México, reprobados".


¿Por qué los docentes no querían ser evaluados? 


Primero, no hubo una iniciativa por parte de la SEP para preparar a los docentes para su evaluación, los cursos preparatorios para los exámenes procedían de agentes externos, segundo, las pruebas eran estandarizadas y aplicadas al contexto único de cada docente, lo cual en sí mismo es una contradicción, y tercero, la mayoría de los docentes sabían que el modelo de competencias era una sumisión obligada a las normas del Fondo Monetario Internacional que, lo que menos le preocupa es la educación y sí la producción en masa de empleados que sirvan efectivamente en su ámbito. 


Y, justamente, esta fue la crítica más severa al modelo educativo por competencias: la deshumanización del estudiante, y la manera en cómo las materias y los perfiles de egreso se resumían en la aplicación del terreno laboral y cómo de manera primordial recibían mayor prioridad materias como español, matemáticas y ciencias, siendo denostadas las artes, sociales y humanidades.


Por último, en 2017 en muchos países el modelo de competencias cayó por su propio peso por la ineficacia de sus resultados, salvo algunos países que ya tenían como base modelos educativos con relativo éxito como en Finlandia.


En el cambio de gobierno en México de 2018 y la reformas constitucionales al artículo 3ro y la reforma a ley general de educación cambiaron de modelo educativo, otra vez, fue desechado el modelo por competencias, se sustituyó por la Nueva Escuela Mexicana con un perfil humanístico y fue disuelto el INEE; además de prometer la reivindicación del magisterio tan acosado y públicamente tachado de ineficiente así como devolver la importancia de la educación normalista en el proceso de asignación de plazas.


¿Qué aprendizaje obtenemos de esto? Que el inacabado quehacer docente queda reflejado en este proceso actual y es uno de tantos que se modifica no solo por el tiempo, si no por políticas educativas, a veces sometidas a los intereses de las altas esferas del mercado internacional que tienen a los docentes del tingo al tango con los cambios de modelos educativos, y que el trabajo del aula es, ha sido y será siempre un asunto de todos. Cosas de la historia. Feliz día del maestro.


No olvides visitar el canal de YouTube: @cosasdelahistoria donde cada jueves comparto mi podcast. Muchas gracias y hasta la próxima.



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