Blanca Navidad, parte 1
Por Darío Merino
Desde la revolución agrícola en el 10 000 antes de nuestra era, el ser humano comenzó a desarrollar una conciencia sobre la importancia e influencia de los ciclos agrícolas, y cómo estos influyen en la cosmovisión y estado de ánimo.
Hagamos un poco de historia: Diversas civilizaciones cuya base alimenticia eran los productos de la tierra cayeron en la cuenta de que tanto su vida como el sentido de la misma tenían una similitud con el producto agrícola.
Mientras que en primavera y verano encontraban los primeros frutos tiernos de la cosecha gracias a las lluvias tempranas, al final de verano y comienzos de otoño, con las últimas lluvias, se aseguraban el crecimiento y fortalecimiento del grano que anunciaba el término de un ciclo de abundancia seguido de uno de sequía y muerte en invierno.
Los seres humanos de la antigüedad consideraron que los cambios de estación anunciaban una época de frío y oscuridad que obligaba a recluirse, resguardarse del frío y meditar en lo sucedido durante el año.
Sobre todo en culturas y civilizaciones ubicabas al norte del trópico de cáncer, donde el invierno es hasta la fecha más crudo.
Así, las civilizaciones agrícolas compartieron la adoración al sol, es decir, el nacimiento del sol como símbolo de esperanzas y calor en una época del año donde no estaba tan presente.
En Grecia, por ejemplo, antes de la era cristiana, celebraba al dios Dionisio; en Roma a Saturno; en Persia a Mitra. Todos estos dioses representaban la esperanza de un mundo nuevo que, según las tradiciones, nacía victorioso de entre las sombras invernales.
Esto relacionado al fenómeno astronómico del solsticio que es cuando, dependiendo de la época del año, el planeta tierra se mantiene más cerca o más lejos del sol.
Despertando, de este modo, sentimientos nostálgicos por el fin de año y la incertidumbre por el incio de otro.
Estos sentimientos encontraron lugar en las celebraciones navideñas una vez que el cristianismo a partir del siglo III se fusionó con los cultos solares griegos, romanos y vikingos.
Durante la Edad Media las tradiciones de los cultos solares se mezclaron con el cristianismo y fueron fortalecidas.
Durante la Edad Media la navidad era una festividad sumamente esperada, debido a las comidas, los juegos y las bebidas. Al concluir la Edad Media y al llevarse a cabo la colonización de América, estas tradiciones se propagaron a otras partes del mundo junto con la esencia nostálgica que le caracterizó.
Las complejidades de la vida moderna, más el ascenso del capitalismo en los siglos XIX y XX, parece, contribuyeron a incrementar sentimientos de tristeza y melancolía cada diciembre combinados con fuertes elementos de consumismo. Continuará...
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