Avatar 1: reseña colonialista
Por Darío Merino
Criticada como sobrevalorada y hasta un relato tipo Pocahontas con efectos especiales. La película de Avatar de 2009 de James Cameron tiene aspectos importantes que deben ser rescatados, valorados y analizados.
Más allá de la tecnología CGI adelantada a su tiempo, el mensaje romántico entre los protagonistas, está presente la acción humana en un planeta nuevo: Pandora.
Con un ambiente holístico, cultura diferente y recursos energéticos imprescindibles para la humanidad, Pandora es colonizada por humanos los cuales al principio mantuvieron relaciones cordiales de autoconocimiento a la manera antropológica, aprendiendo los humanos de la cultura Nav'i y estos de los humanos.
Sobretodo, la escuela de la que se hace referencia, su objetivo era "humanizar" a los autóctonos del planeta, enseñarles el inglés y la cultura humana.
Hasta que por fin, la tecnología humana logra imitar la apariencia de los Nav'i por medio de Avatar.
La razón de estos esfuerzos no fueron antropológicos, si no comerciales. El mineral más preciado de Pandora es el octanio, minerale que se supone es usado en el planeta tierra como super conductor de energía y cuyo yacimiento está ubicado en una casa árbol de uno de los clanes Na'vi: Omaticaya.
La necesidad humana por sobre el hogar autóctono obliga al clan, a fuerza de las armas, a abandonar la casa árbol...
En el siglo XIX, Europa Occidental se lanzó a la colonización de territorios de África y Asia con el objetivo de extraer sus recursos naturales, minerales y usar la mano de obra para conformar sus industrias.
A causa de la revolución industrial los países europeos occidentales buscaron territorios donde la huella europea civilizatoria blanca no había tocado a fondo.
Ahora bien, aunque el colonialismo ha estado presente en la historia europea, quizás el más expansivo y agresivo se llevó a cabo en los siglos XIX y XX.
Franz Fanon, en su libro, Los condenados de la tierra, apunta que el colonialista entra a la tierra con una idea de superioridad racial y civilizatoria, a punta de violencia, armas de fuego y lanchas torpederas; en ocasiones con el argumento de ayudar a los colonos a progresar y convertirlos en imagen y semejanza del colonizador, llevando educación y religión para sacar al colonizado, o conocido como "buen salvaje" de su miserable situación de atraso.
Tradiciones y creencias de los autóctonos son consideradas como inferiores ante la grandeza de la religión de los conquistadores, quienes a cambio de sacar a los indígenas de su mal camino han de ser recíprocos en permitir la extracción, explotación y comercialización de los recursos naturales de sus tierras.
Así fueron estos las realidades del colonialismo en África, Asia y América. Con sangre, muerte, explotación y religión. El mensaje de James Cameron es claro en Avatar 1 así como las muchas referencias que menciona del colonialismo europeo como la expulsión de las tribus choctaw y cheroquis de sus territorios y la reubicación de los Nav'i después de la destrucción de su hogar.
Estos detalles podrían ser consideradas de este punto de vista por los espectadores de la secuela de Avatar este diciembre de 2022. Cosas de la historia.
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