Bengalas en el cielo. No se olvidan
Por Darío Merino
La masacre de los estudiantes el 2 de octubre de 1968 en México ha permanecido en la memoria colectiva de la ciudadanía. La frase "2 de octubre no se olvida" queda como una herida nacional a 54 años de lo ocurrido.
Las versiones sobre el suceso han tenido múltiples perspectivas sin ninguna claridad sobre las víctimas.
El presidente Gustavo Diaz Ordaz pasó a los anales de la historia como el cruel ejecutor de la muerte de los estudiantes en la plaza de Tlatelolco.
"Rojo amanecer", película de 1989 de Jorge Fons, es quizás el recurso fílmico más popular con respecto al tema del 2 de octubre y, hablando de popularidad, el texto de Elena Poniatowska "La noche de Tlatelolco" publicado en 1971.
La mayoría de las descripciones y análisis han pretendido hacer comprender los motores que empujaron al gobierno a tomar esta decisión.
En ocasiones, se hacen sesgos de como comenzó todo: el pleito entre estudiantes de la Vocacional 2 del Instituto Politécnico Nacional y la Preparatoria Isaac Ochoterena de la Universidad Nacional Autónoma de México ocurrido en julio de ese año, que llevó a la respuesta hostil de las fuerzas públicas para calmar la situación, violando la autonomía de ambas instituciones, aunado a las marchas y protestas de médicos y ferrocarrileros.
Se piensa, el gobierno de Ordaz, respondió con la masacre de los estudiantes reunidos en la plaza de las Tres culturas en Tlatelolco por tener en puerta los juegos olímpicos y evitar escándalos mayores. Quizás es cierto.
No obstante, poco es meditado que la actitud del gobierno hunde sus raíces en otros factores; como comenta Soledad Loaeza en el libro Gobernantes mexicanos 1911-2000 (compilación del historiador Will Fowler), se debe tener presente que Diaz Ordaz fue el último de una camada de presidentes que sostuvieron el discurso de la Revolución Mexicana como la panacea a todos los males sociales.
Cargó el peso de un sistema político que manifestaba su decadencia, autoritarismo, agotamiento y desgaste tanto institucional como político.
Además del impacto de la revolución cubana en plena guerra fría que alentó a diversos países de América Latina a contrarrestar los tentáculos norteamericanos que se extendían en el continente.
La minuciosa observación de Washington sobre los asuntos de México en este caso, presionó al gobierno a actuar lo más rápido, y hostilmente posible, ya que se sospechaba que el movimiento estudiantil estuviese influenciado directamente por Moscú con la intención de generar una revolución como la acontecida en Cuba años atrás.
Para evitar esto, el gobierno de Diaz Ordaz, vía Luis Echeverría, dieron la orden:
Reunidos los estudiantes en la plaza de las Tres culturas organizando el comité nacional de huelga, se lanzó la primera luz de bengala. Indicación para que los militares comenzaran a acribillar a los estudiantes. Tanques que entraron a la plaza de Tlatelolco para replegar a las multitudes. Metrallas tirando a discreción. Francotiradores desde las ventanas de los departamentos de la unidad habitacional.
Las cifras oficiales de los desaparecidos eran 30 (pero en realidad fueron más de 300 víctimas).
Todo para evitar que en México se gestaran las semillas del socialismo soviético que comenzaron a germinar en otras partes de América Latina. Cosas de la historia.
Gracias lo estaba esperando ...muy interesante amigo
ResponderBorrarGracias por leerlo
BorrarEl gobierno de Gustavo Díaz Ordaz es uno de los que se quisiera olvidar, pero no pues la masacre no se olvida la generación de estudiantes que se perdió le duele al país y claro a sus familias, también cabe mencionar que era una realidad diferente de estos jóvenes menos violentos que los de hoy en día y esto hace este momento histórico más complejo en su análisis. HGHS
ResponderBorrarAsí es, sobretodo complejo ya que son las condiciones de un mundo polarizados en dos ideologías dominantes
Borrar