Pánico Satánico. Parte II

Por Darío Merino 

En la decada de 1970 las iglesias evangélicas pentecostales (también llamadas fundamentalistas) estaban separadas de la ortodoxia de las congregaciones protestantes metodistas, presbiterianas, anglicanas y bautistas.

En sus inicios los evangélicos fueron un grupo mal visto que aseguraban con vehemencia que los Estados Unidos fueron una nación con cimientos bíblicos pero que las comodidades de la vida moderna les habían relajado al grado de dejar pasar el mal en sus propias casas -era obvio que ignoraban buena parte del pasado estadounidense: masacre de las tribus nativo americanas, guerra contra México 1848, Hiroshima y Nagasaki, y más-.

Y aunque casi nadie prestaba atención al mensaje de los evangélicos dos hechos les permitieron gritar a los cuatro vientos: "teníamos razón".

El primero fue la fundación de la la iglesia de Satán en 1966 por Anton LaVey en California (epicentro de la cristiandad evangélica), quien publicó en 1969 La Biblia satánica.

El segundo hecho se dio en agosto de 1969. La secta asesina denominada "La familia", dirigida por Charles Manson, y que por indicaciones de él, sus seguidores mataron a 6 personas, entre las cuales estaban la actriz Sharon Tate esposa del director de cine Roman Polanski. 

Los medios de comunicación encendieron las alarmas en la opinión pública. ¿Quién era Charles Manson? ¿Por qué había ordenado asesinar? ¿Qué buscaba con ello? ¿Cómo es que había una secta asesina y nadie se había dado cuenta?

Muchas de estas preguntas se resolvieron en la detención de Manson a finales de 1969. Este aseguraba que su "llamado" divino surgió del álbum titulado "Blanco" de The Beatles de 1968 donde las canciones Helter Skelter y Revolution 9 despetaron la inquietud de Manson y su "Familia", ya que al oírse al revés (técnica de backmasking) se encontraban en ellas mensajes que lo alentarían a profetizar la decadencia moral de Estados Unidos.

Sobre todo Revolution 9 que al revés es 6, repetido en tantas ocasiones durante la canción, apuntaba al número de la bestia del Apocalipsis. 

Telepredicadores y ministros evangélicos ubicados en los suburbios norteamericanos adviertieron a sus feligreses que los jóvenes estaban expuestos a las tentaciones y engaños encubiertos del maligno; que incluso las iglesias protestantes eran culpables por no desvelar sus artimañas.

Pronto las congregaciones evangélicas experimentaron un incremento de adeptos en sus iglesias, no para oír el mensaje de Jesucristo, si no más bien estaban interesados en conocer las profundidades de Satanás y desenmascarar sus obras destructoras bajo la lógica de que si la música eran un instrumento diabólico, también otras cosas podían ser un portal al infierno. 

Así comenzó en los años setenta y ochenta el fenómeno conocido como pánico satánico. Continuará...