Cadillacs, puros y toros

Por Darío Merino

Fue en la presidencia de  Miguel Alemán Valdés cuando se creó el complejo suburbano más importante del Estado de México y frontera con el otrora Distrito Federal: Ciudad Satélite.

Ubicado en el municipio de Naucalpan, este complejo habitacional, con más de 200 hectáreas de extensión, pretendía albergar a familias de clase alta y media, los llamados trabajadores de cuello blanco: docentes, médicos, arquitectos, ingenieros civiles,  abogados, oficinistas, además de todos aquellos que por herencia, esfuerzo, o designio de los dioses, habían alcanzado ser parte de la high society.

Y cuyo estilo de vida terminaría emulando a la cultura norteamericana: el desayuno por la mañana servido por una trabajadora del hogar, mientras los niños se preparaban para ir al colegio (privado por supuesto) y, justo cuando el padre de familia se desplazaba en auto a trabajar a la ciudad, vestido con las mejores marcas de trajes de la época adquiridas seguramente en Palacio de Hierro o Liverpool.

La señora de la casa trasladándose al Club, a una visita con sus amigas o planeando alguna actividad social de fin de semana mientras bebían whisky mezclado con Ginger Ale,  Canada Dry, y fumando cigarros Lucky Strike.

Los planes urbanísticos de Ciudad Satélite fomentados por Miguel Alemán Valdés, así como bendecir y fortalecer a estas nacientes y prometedoras clases sociales, tenían la intención de demostrar el potencial del México pos revolucionario.

Sería la muestra de que la revolución mexicana finalmente triunfó y trajo consigo una estela de seguridad, paz y bienestar social sin precedentes; o como él mismo comentó: "Que todos los mexicanos tengan un cadillac,  un puro y un boleto para los toros". Nada más lejos de la realidad. Cosas de la historia.