Y Dios creó el rifle de repetición. Parte III.

Por Darío Merino

El rifle de repetición Winchester tuvo una ventaja extraordinaria incluso sobre el revólver y el mosquete convencional.

Su gatillo de repetición implicó una carga de municiones más rápida y ráfagas de mayor alcance.

En pocos años fue el arma predilecta de militares, granjeros, vaqueros, sheriffs, forajidos y devotos protestantes que, al expandirse al oeste, justificaban su portación gracias a la segunda enmienda de la Constitución de los Estados Unidos que en 1791 decía: “no se violará el derecho del pueblo a poseer y portar armas".

¿Cómo así? Los primeros colonos se sentían indefensos y desprotegidos ante el ambiente hostil que tenían delante de ellos. La presencia india más la naturaleza salvaje funcionaron como justificante para la portación de armas.

Se decía entre los pobladores del oeste que era muy común verlos los domingos con su Biblia en una mano y su rifle en la otra asistiendo fielmente a sus reuniones dominicales.

Con esta arma las guerras indias más sangrientas sucedieron entre 1867 y 1891; unas determinando la victoria estadounidense, otras, como la batalla de Little big horn de 1876, demostrando la resistencia india.

En este enfrentamiento murieron 700 efectivos militares pertenecientes al 7o regimiento que cayeron en manos de indios cheyenes, lakotas y arapaho que habían sido reubicados en reservas indias pero que, por el nomadismo estacional al que estaban acostumbrados, se fueron reubicando en otras zonas.

El sanguinario y ambicioso general George Armstrong Custer espió el campamento indio y decidió atacarlo a pesar de que les ganaban en número -1 a 10-. Sin embargo, por la soberbia del supremacismo blanco y la idea del Destino Manifiesto creyeron que ganarían. No fue así.

Las tropas norteamericanas fueron acorraladas en la ladera de un cerro, masacradas y cortadas sus cabelleras.

Lamentablemente en 1877 la suerte de las tribus cambió. El gobierno norteamericano tomó la decisión de no mantener a estos grupos fuera de los límites de su reserva y ordenó la masacre de todos: mujeres, niños, ancianos y por supuesto hombres en edad combatiente.

Así, con el rifle en una mano y la Biblia en la otra se fueron creando los principales mitos fundacionales estadounidenses donde los indios eran los rebeldes al Destino Manifiesto y los soldados y pistoleros a sueldo, en los héroes épicos que forjaron con pólvora y fuego la identidad de la Nación Americana; pasando por encima del derecho de las tribus indígenas, en nombre de las garantías individuales del blanco protestante que, en su imaginario colectivo, consideró que era voluntad divina el uso de las armas así como la rapiña y el despojo de las tierras. Cosas de la historia.