Y Dios creó el rifle de repetición. Parte I
Por Darío Merino La colonización británica en la costa este del actual Estados Unidos estuvo envuelta en esperanzas. Poco a poco, los colonos británicos de creencias protestantes notaron que ellos eran una especie de nuevo pueblo de Israel que, en busca de la tierra prometida, habían llegado a su nueva Canaán. Y, tal como el relato bíblico apuntaba, esta tierra prometida tenía a sus cananeos. Eran grupos de cazadores, recolectores y saqueadores nómadas que habitaron tanto en las llanuras como en los bosques americanos. Apaches, xouix, cheroquis, pieles rojas, navajos, entre muchos más, fueron considerados enemigos de este nuevo pueblo de Israel. Y, tal como el relato bíblico apuntaba, estaban condenados a morir y dejar la tierra a los recién llegados. La empresa de colonización británica no sería tan sencilla. Los colonos eran pocos en número y las tribus indias mayoría. No fue sino hasta después de 1850 cuando la ideología del Destino Manifiesto sería el justificante perfecto para